¿Alguna vez te has sentido tan gozoso y completo que de repente empiezas a cuestionar si es una realidad? ¿Que de un momento para otro reaccionas y dices “este no soy yo”? Te diré algo, ¡ese si eres tu! Ese momento que experimentaste de gozo y llenura esta fundamentado en tu identidad como hijo de Dios. Podrás decir, “es que no se siente normal”. Te diré el porque. Muchas de las veces permitimos que nuestra identidad se adapte a nuestro proceso. Nos convertimos en personas que viven en la actualidad de su proceso, en lugar de vivir en la actualidad de Dios. Comenzamos a mirar con nuestros ojos físicos y no con nuestros ojos espirituales, por lo que nuestra identidad como hijos de Dios se convierte en algo extraño.

¡Nuestra identidad no depende de nuestro proceso! Nuestra identidad se encuentra en Dios, somos sus hijo(a)s. Se ha llegado el momento de que tu proceso se adapte a tu identidad. ¿Que es lo que quiero decir con esto? Lo que quiero decir es que de ahora en adelante tu y yo vamos a vivir en la actualidad de Dios, y no en la actualidad de el proceso que estamos pasando. Es decir, no importa que hoy este enfermo porque la palabra de Dios dice que por sus llagas yo soy sano; por lo cual yo declaro sanidad sobre mi cuerpo. Es decir, no importa que hoy no tenga para pagar mis cuentas por que la palabra de Dios dice que Jehová es mi pastor y nada me faltara; por lo cual yo creo y declaro que Dios suplirá todas mis necesidades. ¡El adaptar nuestro proceso a nuestra identidad en Cristo Jesús nos permite operar bajo la autoridad que nos ha otorgado el Padre, y poder declarar lo que no es como si ya fuese!

Mirad cual amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios

1 Juan 3:1

Hoy te invito a repetir esta oración conmigo - Padre Celestial, reconozco que he permitido que mi identidad dependa de mi proceso y por ello yo te pido perdón. Hoy reconozco que mi identidad la encuentro en ti, que yo soy tu hijo(a). Te pido que actives mis ojos espirituales para poder vivir en la actualidad que hay en ti, y que empoderes mi boca para declarar las cosas que no son como si ya fuesen. En el nombre de tu hijo amado Jesucristo yo ato todo engaño del enemigo que hasta hoy me ha cegado(a), lo reprendo, y lo hecho fuera de mi vida porque no tiene suerte ni parte. Te doy gracias por lo que hoy estas haciendo en mi vida, y por todo lo que harás. ¡Amen!